Me pasa con muy pocas personas y cada vez menos. Pero cuando me ocurre reconozco fácil ese sentimiento soberano y libre; indomable y narcotizante.
Mis mejores enamoramientos me han durado (me duran) décadas. No os voy a hablar de mi marido, porque eso es amor y todo el mundo sabe que el amor es otra cosa, algo mejor pero infinitamente más aburrido. Por eso en esta vida la única salvación es conseguir salpimentar el amor con temporadas de enamoramiento.
Nenas, yo me enamoro a loco, a lo adolescente desatada. Me he enamorado de Marlon Brandon, de Tom Hardy, de Fassbender... De Jax. De Charlie Hunnam no, yo por quien lubrico es por Jax. Jamás una barba y una moto fueron tan importantes.
Ay, Jax, me has roto el corazón.
Que me enamoro, nenas, que me enamoro del personaje de una serie, del protagonista de una novela, de un músico, de una familia (los Panero, los Fisher...), de un periodista, de un artista... de una modelo. No hay una regla fija, no me ocurre de forma sistemática y, ya lo he dicho, me pasa cada vez menos. Pero cuando surge, es un locurón.
Uno de mis primeros enamoramientos me ocurrió con Gia. De eso hace ya muchos años y aún me sigue dando un repullo el corazón cuando miro sus fotos.
Ves a Gia, con toda su tragedia y su belleza, y te das cuenta (una vez más) de que esta vida puede ser muy hija de puta.
Ves esas fotos y te entra el vértigo.
Esas imágenes maravillosas y geniales te dan miedo.
Te dan miedo porque no puedes entender cómo una mujer tan guapa pudo acabar tan mal.
Te dan miedo porque no comprendes cómo lo hizo para ser la primera supermodelo y en tan pocos años acabar desahuciada y prostituyéndose por una papelina de heroína.
Antes que Cindy, antes que Linda, que Claudia y que Naomi, antes que Kate Moss... Gia fue la primera y si miras otra vez esas fotos (míralas, no dejes de mirarlas, no puedes) verás que parece que se tomaron ayer.
Gia fue la primera en posar así, el resto que vino luego no tuvo más que copiarla.
Fue la musa de Scavullo!!! La protagonista de la mítica editorial de Vogue con fotos de Von Wangenheim.
Mirad esas fotos, por dios, y enamoraos!!!
En esa sesión con Von Wangenheim conoció a Sandy Linter, la maquilladora, y se enamoró de ella hasta las trancas.
Dicen que durante el tiempo que duró esa relación Gia no probó las drogas. Eso dicen, pero a mi Sandy me cae fatal, así que desconfío de ese supuesto efecto redentor. La cara y los ojos de Gia sugieren más bien lo contrario, maldición y hambre de autodestrucción.
Un día de estos nos daremos cuenta de que estamos aburridas de no maquillarnos nunca y decidiremos que la vida es mucho más bonita y divertida con sombras de colores, labios brillantes y mucho, mucho colorete.
Un día de estos, queridas, estaremos tan hartas de la falsa naturalidad que nos abandonaremos a los placeres del cepillo, la laca y el secador.
Un día de estos... Y seremos felices!
Gia era la mujer que mejor ha llevado el traje de baño entero. Joder, a nadie, nadie, nadie, a nadie en toda la historia de la humanidad le sientan mejor los bañadores.
Lo sé, es una palabra horrible, pero yo digo BAÑADOR.
También puedes entregarte al morbo de buscar las marcas de los pinchazos en sus brazos. Están ahí, sólo hay que fijarse un poco.
Y ahí.
Esta fue la última portada de Gia.
Iba tan drogada que la sesión fue una pesadilla, muchas veces se quedaba dormida en medio de un trabajo o la liaba parda porque entraba en el bucle de su desesperación, de su politoxicomanía.
Las heridas en sus brazos eran ya tan evidentes que Scavullo hizo que los escondiera detrás de la espalda, en una postura que más que disimular provoca misterio, belleza y terror.
Luego dijo que no, que en realidad le pidió esa pose para que pareciera más delgada. Gia había engordado unos kilos durante ese año (o dos) que estuvo olvidada por todos y entregada a la maldición y a los placeres de las drogas. Scavullo la rescató y le regaló su última portada.
Después de eso, Gia cogió carrerilla.
Se drogó hasta acabar con todo, en la calle y follando con cualquiera por una dosis. Una puta apaleada en los peores barrios de Nueva York que terminó contrayendo el virus del Sida y muriendo a los 26 años.
Dicen que fue cosa de su madre. Nadie del mundo de la moda acudió a su funeral.
Un beso a todas.
Lula P.
PD: La película de Angelina Jolie es una puta mierda, os lo digo para que las que no la hayáis visto os ahorréis el trance.